Desde la primera guerra del agua en Latinoamérica

Manuel Marcelo Heredia

Del agua había nacido, y del agua era, la gran ciudad de Tenochtitlan.

Diques, puentes, acequias, canales: por las calles de agua, doscientas mil canoas iban y venían entre las casas y las plazas, los templos, los palacios, los mercados, los jardines flotantes, los plantíos.

En 1521, Hernán Cortés puso sitio a Tenochtitlan, y lo primero que hizo fue romper a golpes de hacha el acueducto de madera que traía, desde el bosque de Chapultepec, el agua de beber. Y cuando la ciudad cayo, al cabo de muchas matanzas, Cortés mando demoler sus templos y sus palacios, y echó los escombros a las calles de agua.

España se llevaba mal con el agua, que era cosa del diablo, herejía musulmana, y del agua vencida nació la ciudad de México alzada sobre las ruinas de Tenochtitlan. Y continuando la obra de los guerreros, los ingenieros fueron bloqueando con piedra y tierras, a lo largo del tiempo, todo el sistema circulatorio de los lagos y ríos de la región.

Ahora, la ciudad de México muere de sed. En busca de agua, excava. Cuanta más excava, más se hunde. Donde había aire, hay polvo, donde había ríos, hay avenidas. Donde corría el agua hoy corren los autos.

Parece algo inverosímil, pero es la realidad latinoamericana y ¿por qué no? mundial, de los ocho mil millones de habitantes en este planeta, 662 millones viven en América Latina y el Caribe según cifras de las (Naciones Unidas y la CEPAL). Lo que hemos pasado de considerar la abundancia de agua como un pecado, a la escasez del agua dulce, uno de los mayores retos de nuestro tiempo.

La agricultura es a la vez una de las principales causas y una de las principales víctimas de la escasez de agua. La agricultura representa casi el 70% de todas las extracciones de agua y hasta el 95% en algunos países en desarrollo. Tendremos que usar nuestros recursos naturales de forma más eficiente a medida que pase el tiempo, y cuando se trata del agua no hay excepción. Por ejemplo, la elección del cultivo tiene un gran impacto en la cantidad de agua que se necesita. ¿Sabías que los cultivos de leguminosas tienen una reducida huella hídrica, lo que significa que para producir 1 kg de lentejas sólo necesitamos 1 250 litros de agua? ¡Compara esto con los 13 000 litros de agua que necesitamos para producir 1 kg de carne de vacuno!

La humanidad necesita agua dulce en cantidad, ya que también es un arma para luchar contra la pobreza y la inseguridad alimentaria precisamente en el mundo rural, que es donde radica el 70% de los pobres del mundo (FIDA-2010) y donde se originan las emigraciones masivas internas y externas. Es necesario utilizar mejor el agua disponible para usos agrícolas para crear más riqueza que beneficie a mas agricultores gestionando de una mejor manera los recursos hídricos.

CATEGORIAS
Compartir este artículo