Obras y muerte del general “Eloy Alfaro”

Por: María Bustamante Lucas

Biografía

 José Eloy Alfaro Delgado, nace en Montecristi Provincia de Manabí el 25 de junio de 1842, (cuando gobernaba en el país el general Juan José Flores) fue hijo Manuel Alfaro y González, de nacionalidad española, quien llegó a Ecuador en calidad de exiliado político y de María Natividad Delgado López.

José Eloy recibió su instrucción primaria en su lugar natal y al concluir esos estudios, se dedicó a ayudar a su padre en los negocios. Durante su juventud se identificó con el liberalismo anticlerical, doctrina que se conoció posteriormente como el liberalismo radical ecuatoriano. Luchó contra los presidentes García Moreno, Borrero, Veintemilla y Caamaño, por lo que la tradición lo conoce como el «Viejo Luchador» o «el General de las Derrotas». Eloy Alfaro pasó por muchas y serias dificultades en las diversas campañas que emprendió, tendientes a combatir la tiranía, en estos combates gastó su fortuna adquirida en Panamá con la ayuda de su esposa de esa nacionalidad Ana Paredes Arosemena, de ese matrimonio nacieron nueve hijos: Bolívar, Esmeraldas, Colombia, Colón, Bolívar (2), Ana María, América, Olmedo y Colón Eloy; Rafael nació fuera del matrimonio.

Sus biógrafos lo tildan como buen hijo, buen padre y buen esposo, no fumaba, no bebía y no era libertino.

Sus Obras

 La educación secundaria de aquella época equivaldría hoy a un post-grado; Creación de Colegios públicos laicos;

Creación de los Colegios: Bolívar de Tulcán, (siendo éste el primer colegio laico), Instituto Nacional Mejía, en Quito, la Escuela de Bellas Artes de Quito, el Colegio Normal Juan Montalvo, el Colegio Vicente Rocafuerte en Guayaquil, el Colegio Militar “Eloy Alfaro”. Colegio Manuela Cañizares (para mujeres);

Creación del Conservatorio Nacional de Música;

Se crea gran número de becas para la juventud para realizar estudios científicos y técnicos en el extranjero;

Creación de colegios públicos y privados para la formación de profesores laicos; Construcción de la Vía Manta Montecristi (antes era sólo senderos);

Impuso respecto irrestricto a los Derechos Humanos; Se eliminó la pena de muerte;

Impulsó la continuación de la Construcción del Ferrocarril que uniría a la Costa con la Sierra;

Creación del Registro Civil, con la finalidad de que las personas tengan identidad, sin necesidad de ser católicos;

Introdujo el divorcio; Instituyó el Banco Central;

Durante la construcción del Canal de Panamá, promovió el Comercio, entre ellos la venta del Sombrero de la Paja Toquilla;

Promovió la libertad de cultos; Impulsó el matrimonio civil; Abolición prisión por deudas;

Impulsó la Construcción del Agua Potable de Quito; Fundación de escuelas nocturnas para obreros; Suprimió totalmente la tributación indígena; Instalación de la primera red telegráfica;

Supresión de moneda extranjera y creación de una nueva unidad monetaria “El Sucre”;

Otra radical medida del alfarismo fue la supresión del «diezmo«, tributo religioso por el cual todos los productores y producciones de la República estaban obligados a aportar a la Iglesia el diez por ciento de su producto anual o un valor equivalente. Su producto se destinaba al sostenimiento del aparato eclesiástico y al enriquecimiento de la Iglesia Católica, que por este y otros medios acumulaba ingentes riquezas;

El programa revolucionario fue su mejor definición fue quizás el «Decálogo Liberal» publicado en el periódico «El Pichincha» bajo el seudónimo «Somatén», que planteaba;

«1º.- Decreto de manos muertas; 2º.- Supresión de conventos; 3º.- Supresión de monasterios; 4º.- Enseñanza laica y obligatoria; 5º.- Libertad de los Indios; 6º.- Abolición del Concordato; 7º.- Secularización eclesiástica; 8º.- Expulsión del clero extranjero; 9º.- Ejército fuerte y bien remunerado; 10º.- Ferrocarriles al Pacífico.»;

En síntesis, se trataba de una revolución de carácter laico y con fuerte acento anticlerical;

Eloy Alfaro y su vinculación con los Francmasones

En agosto de 1864, a los 22 años, Alfaro se inscribió en la Logia Rosa de América No. 36 de Guayaquil. También integró la Logia Simbólica Filantrópica del Guayas.

En el medio internacional masónico fue conocido como “Hermano Caballero Kadosh”, grado 30. Llegó al grado 33 de la masonería, el más alto de la Orden.

Cuenta la historia que  se estableció definitivamente en Panamá en 1865, (Conoce el amor de su vida una joven panameña perteneciente a las mejores familias Ana Paredes Arosemena) se dedicó al comercio y rápidamente logró una fortuna considerable, se vinculó a una logia masónica y se distinguió por ayudar a sus hermanos masones que acudían a él de diferentes puntos del planeta especialmente de los países de Centroamérica.

La Masonería y los masones tuvieron un rol fundamental, puesto que aportaron a la sociedad un corpus de ideas útiles para su desarrollo social y cultural: independencia nacional, democracia republicana, libertad de pensamiento, libertad de prensa, tolerancia política y religiosa y Estado laico, entre otras. La Revolución Alfarista, fue también la culminación de la larga lucha de los masones ecuatorianos por consolidar el Estado Republicano. Y no podía ser de otra manera, puesto que la mayoría de los grandes actores del proceso revolucionario eran masones y compartían el ideario republicano levantado por sus antecesores, que fueron también destacados líderes en la lucha por un Estado laico: Vicente Rocafuerte, Pedro Moncayo, Antonio Elizalde, José María Urbina, Juan Montalvo, Pedro Carbo y Luis Vargas Torres, entre otros.

Su Muerte

 Desde mediados de 1911, en Quito y en todo el país, se fue afianzando y extendiendo, un clima anti-alfarista que culminó el 11 de agosto del mismo año, con un golpe de estado militar, que obligó a Eloy Alfaro a dimitir de la presidencia, y a refugiarse en la Legación de Chile y posteriormente exiliarse a Panamá. Desde entonces, el Viejo luchador, perdería todo el apoyo en el Congreso, en donde la «mayoría constitucionalista» lanzaba furibundos ataques contra él, llegándose a plantear incluso la colocación de una placa difamatoria contra el Alfarismo en el Palacio de Carondelet y a pedir su extradición, para juzgarlo. En este clima, Víctor Emilio Estrada, asumió el poder, pero sus problemas del corazón lo llevaron a la tumba después de tres meses. El congreso en donde los placistas y conservadores dominaban, eligieron al presidente del congreso Freile Zaldumbide para que se encargue del gobierno, lo que fue rechazado por los alfaristas de Esmeraldas que eligieron a Flavio Alfaro como jefe Supremo, a la vez que el Gral. Pedro Montero, fiel

seguidor de Alfaro y Jefe Militar de Guayaquil se proclamó por su parte, como Jefe Supremo. El Gral. Leonidas Plaza Gutiérrez en nombre del Gobierno, como jefe del Ejército, se dirigió a Guayaquil, para combatir el levantamiento de Montero, que había recibido el apoyo Flavio Alfaro y del propio Eloy Alfaro, quien regresó de Panamá, ante el pedido de Montero para actuar como mediador pacificador. Alfaro regresó, para servir de mediador entre los suyos y el gobierno y evitar mayores problemas para el radicalismo y la desaparición del partido.

Las fuerzas liberales fueron derrotadas en sucesivas batallas en Huigra, Naranjito y Yaguachi, donde mueren cerca de 3.000 hombres. Razón por la cual Montero se vio obligado a llegar a un acuerdo de capitulación en el que se pedían garantías para Alfaro y sus compañeros. Ante la eminente derrota del liberalismo, el Viejo luchador firma la rendición, que fue mediada por los Cónsules de Estados Unidos y Gran Bretaña. Contemplaba la rendición de las fuerzas liberales, amnistía a Montero y los partícipes del 28 de diciembre de 1911, el exilio voluntario de Don Eloy, no habría represión.

La Capitulación fue irrespetada y el General Leonidas Plaza, Jefe de las fuerzas gobiernistas, ordena la detención de Eloy y Flavio Alfaro, Pedro Montero y Ulpiano Páez; además, se aprehendió a personas que nada tuvieron que ver con los hechos anteriores, sino por el simple hecho de ser liberales, como Medardo Alfaro, el periodista Luciano Coral y Manuel Serrano.

Firmada la Capitulación en Guayaquil, la primera decisión de Leonidas Plaza fue la violación de las Capitulaciones. Actitud canalla digna de un traidor.

“El general Pedro Montero fue condenado por la jurisdicción militar a 16 años de prisión y degradación pública en Guayaquil. La multitud congregada en la sala protestó por la resolución, pidiendo el fusilamiento, por lo que un soldado lo disparo en la frente.

En la madrugada del 26 de enero, Alfaro y los demás presos fueron embarcados en el tren que los conduciría a Quito. El mismo Navarro había resuelto precipitar su viaje argumentando que con ellos les “salvaba la vida”. Cuando el encargado del poder, Freile Zaldumbide, se dio cuenta de que la llegada de los presos a Quito era inminente, ordenó su regreso a Guayaquil. Temía por la agitación en la capital. Así se lo comunicó telegráficamente a Navarro, Plaza y al coronel Sierra, jefe del batallón Marañón que venía escoltando a los presos en el convoy. Pero Sierra se negó regresar al Puerto, argumentando que estaba muy convulsionado y que sus hombres no tolerarían el retorno. El tren siguió su recorrido e hizo una parada en Latacunda, retrasándose varias horas, por lo que ya no llegaría a Quito en la madrugada como estaba previsto sino a las once de la mañana, en medio de una exhibición pública y de la muchedumbre, los prisioneros fueron entregados en el Panóptico. (Existe polémica sobre esta parada. Unos dicen que fue intencional, otros que fue a causa de un desperfecto). Plaza había tenido buen cuidado de incorporar en el populacho a soldados disfrazados y escogidos, para que mataran a los generales en la calle, cuando los conducían a prisión”. (Enrique Ayala Mora. “El Crimen de el Ejido”. 2012)

Fatigados los generales prisioneros, empezaban a recostarse en las losas de los respectivos calabozos. Antecedieron rumores ficticios de asaltos, movimientos de soldados algunos fueron acercándose a cada calabozo. Las puertas estaban abiertas.

Cuando el general anciano sintió un ruido, se puso en pie y se acercó a la puerta, en ademán de imponer silencio. Un soldado le tendió el rifle y le disparó un balazo en el cráneo. La muerte fue instantánea, A Serrano lo apuñaló una mujer, los demás también fueron disparados, el último en morir fue Flavio. El coronel Sierra es también protagonista de la página negra; se le acusa de haber salido desde el panóptico a la calle y haber pronunciado ante el pueblo estas palabras instigadoras: «Yo he cumplido con mi deber; ahora le toca al pueblo».

Los cadáveres desnudos fueron amarrados por la turba de pies y manos. Luego, los arrastraron prácticamente por toda la ciudad, desde el Penal García Moreno en el centro hacia las afueras, a un descampado en el norte conocido como El Ejido (hoy Parque “El Ejido”). Una vez ahí, se encendió una hoguera para quemar los restos, ya muy deteriorados por el arrastre a lo largo de muchas cuadras sobre calles pavimentadas de piedra. Ni el Ejército ni la Policía presentes intervinieron.

Cuenta la historia, que cuando Alfaro era arrastrado por un grupo de personas de baja extracción social, como meretrices y vagabundos, gritaban abajo Alfaro, abajo la revolución, mueran los masones.

Enrique Ayala Mora, quien ha escrito una moderna historia del Ecuador, señala: «No hay elementos suficientes para acusar a Plaza, pero es en cambio incuestionable que fueron los placistas junto con los conservadores y clérigos los que azuzaron a la multitud enloquecida». Junto a Eloy Alfaro, murieron (aunque no todos en el mismo día ni en el mismo lugar) Manuel Serrano, Flavio Alfaro, Ulpiano Páez, Luciano Coral, Pedro Montero, Medardo Alfaro, Belisario Torres, Luis Quirola.

Su trágica y fatídica muerte ocurrió Quito-Ecuador el 28 de enero de 1912 en el Penal García Moreno de Quito. Como una ironía histórica, el general Alfaro fue llevado a Quito en el mismo tren que él construyó, luego de la masacre del 28 de enero de 1912, se dice que se hizo desaparecer a los carceleros y toda evidencia del hecho que pudiera servir para la investigación.

A partir de ese día, se inició en el país la persecución de los alfaristas, y hasta 1916 en que ya gobernaba Leónidas Plaza Gutiérrez, se registraron alrededor de 8.000 muertos.

Controvertida es aún hoy, la cuestión relativa a los responsables materiales e intelectuales, del asesinato de Alfaro y varios de sus tenientes.

Mausoleo y monumentos

 A escondidas, sin los honores a los que tenía derecho como ex presidente de la República y general del Ejército, los irreconocibles restos del presidente Alfaro fueron enterrados en un cementerio público de Quito. En el acta de defunción se anotó como causa de muerte que «lo había matado el pueblo». El acta no registra peritaje médico alguno y tomando en cuenta que se quemaron varios cadáveres despedazados en la «Hoguera Bárbara», no hay certeza de que se hayan podido identificar sus restos debidamente. En los años 40 del siglo XX se trasladaron las que se cree son sus cenizas hacia Guayaquil, en cuyo Cementerio General se levantó un Mausoleo, con un busto de bronce.

Las cenizas de “Eloy Alfaro” con honores militares en el Complejo “Ciudad Alfaro”. Montecristi-Manabí-Ecuador. 30 de noviembre de 2007. Foto: El Universo

El Presidente de la República   Rafael Correa Delgado en el año 2007 dispuso que parte de las cenizas del Viejo Luchador fueran trasladadas con honores militares al complejo llamado Ciudad Alfaro, en la población manabita de Montecristi, su tierra natal, que también albergó a la Asamblea Constituyente de 2007-2008. El Mausoleo, decorado con murales, contiene lo que se supone son las cenizas de Alfaro en una urna. La celda del Penal García Moreno donde fue asesinado nunca más fue ocupada. Actualmente hay un busto de Alfaro en ella. En las principales ciudades ecuatorianas hay calles y avenidas en honor a Alfaro. La avenida Eloy Alfaro es una de las principales de Quito. En la capital se levanta también un obelisco que marca el sitio exacto en donde la turba quemó los despojos del presidente Alfaro y sus tenientes. El obelisco, pintado de rojo, está coronado por una antorcha en el centro del parque de El Ejido. En frente del obelisco, el ex alcalde de Quito, el General Paco Moncayo hizo levantar una estatua de Alfaro y cada 5 de junio, aniversario de la Revolución, los colegios públicos de Quito le rinden homenaje, depositando ofrendas florales. También realizan una ceremonia en su memoria las logias masónicas de la capital. En Guayaquil, un gran monumento levantado a mediados del siglo XX recuerda al general Alfaro, y lo muestra liderando la Revolución liberal.

Texto tomado de:

Obras y muerte del general “Eloy Alfaro”
Por: María Bustamante Lucas:.
31 de enero de 2012

 

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