El pequeño Weid

El pequeño WeidEn Riobamba ha crecido notablemente el espíritu de armonía hacia los animales. Las personas son cada vez más conscientes de esta convivencia y se han establecido varios colectivos ciudadanos que buscan dar una mejor vida a nuestros “hermanos menores”, también son numerosos los ciudadanos que de forma individual participan de acciones que buscan el bienestar animal.

Muy interesados por conocer un poco más sobre las actividades de estos colectivos, acompañamos varias acciones y en particular pedimos participar en un rescate a canes de la calle.

Salimos un sábado por la tarde, luego de que el colectivo con el que coordinamos recibió una llamada en la que se reportaba que un pequeño cachorro había permanecido deambulando varios días en el sector sur oriental de la ciudad, por la avenida Circunvalación. Personas del barrio le habían alimentado. Teníamos datos aproximados de las calles y una descripción del pequeño can. En ocasiones reciben también fotos, pero en esta oportunidad no era así.

Mientras nos trasladamos al lugar dialogamos con las dos jóvenes voluntarias que harían la búsqueda del pequeño cachorro, emocionadas me confirmaron como ha crecido la sensibilidad de las personas hacia los animales. Señalaban que, pese a que aún faltan cosas por hacer, cada vez son más numerosas las acciones de esterilización, de adopciones, de rescate y acogida para perros y gatos, la ubicación de comederos y bebederos en las calles, el uso de redes sociales para activar acciones, en general, el cuidado para los animales. Mencionaron con mucha energía también que ha crecido la sensibilidad hacia acciones que se consideran de maltrato animal, como las corridas de toros que soportan un creciente rechazo en la urbe.

Entonces me puse a pensar, debe ser por eso que son poquísimos los países en que se practica la tauromaquia, me parece que son sólo ocho en el mundo, y en estos ya se pide, con mayoritaria y creciente participación ciudadana, su eliminación. También pensaba en lo cruel de esos eventos y las horrendas armas corto punzantes con que son atacados los toros durante una media hora aproximadamente, una larga y dolorosa agonía. Esta terrible práctica debió perderse hace mucho tiempo. Ahí recordé lo que argumentan defensores de las corridas de toros; que el toro no sufre, que es arte. Pensé nuevamente en las armas que usan contra los toros y por simple razonamiento concluí que esos argumentos son ilógicos. En ese momento se interrumpieron mis pensamientos, habíamos llegado al sector. Caía una fuerte lluvia.

El pequeño Weid

Buscamos al pequeño can por las calles circundantes, preguntamos en tiendas y en casas, lamentablemente no lo encontramos. Algunos vecinos lo habían visto, pero no sabían precisar en donde podía estar.

Después de un par de horas de búsqueda encontramos a otro cachorro, arrimado a una pared, empapado, tembloroso, asustado, visiblemente muy débil, apenas podía mantenerse sentado. Una pena muy profunda me recorrió el cuerpo. Pobre pequeño.

Una de las jóvenes lo secó con una pequeña manta que usan normalmente para rescates y luego lo envolvieron en la chompa de una de ellas. Lo subieron al auto en que nos trasportamos para abrigarlo.

Al otro cachorro no lo ubicamos. Pedimos a varias personas que nos ayuden con información si lo volvían a ver y las jóvenes acordaron regresar al día siguiente a continuar la búsqueda.

Mientras tanto el pequeño cachorro que encontramos reaccionaba al calor y al cariño que empezaba a recibir, pero era evidente el mal estado en que se encontraba. Lo llevamos a una de las clínicas veterinarias que trabajan con estos colectivos. Una joven doctora lo recibió y empezó el chequeo. Hasta tanto las jóvenes animalistas lo habían bautizado, su nombre ahora era Weid, por algún tema de educación canina.

El pequeño WeidEl diagnóstico no era bueno, el cachorro sufría de una seria afección. Murió pocos días después, pese a todos los esfuerzos por salvarlo, pero al menos en esos días finales de su corta existencia, gracias a otra joven que lo acogió en su hogar, recibió alimentación, abrigo y sobre todo mucho cariño. Por ese corto tiempo dejó las calles y conoció lo que es tener una familia que lo cuide y que lo mime. Weid también dio cariño en esos pocos días.

Pequeño Weid, aspiramos a que siga creciendo esa conciencia y sensibilidad hacia los animales para que otros tengan mejor suerte.

Adiós pequeño Weid.

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