Seguridad y salud en el trabajo frente a la pandemia

Seguridad y salud

Las consecuencias para la salud pública generadas por la pandemia global del COVID-19 también tienen un impacto directo en la salud de los trabajadores y, por consiguiente, en la resiliencia y supervivencia de las empresas y de la economía de un país. En respuesta a las medidas de aislamiento adoptadas por los países para limitar la expansión del virus, algunos sectores económicos y empresas han implementado de forma inmediata modalidades de trabajo a distancia y/o teletrabajo, los cuales no están exentos de riesgos laborales y, por tanto, también requieren la adopción de medidas preventivas.

Sin embargo, esta modalidad no es aplicable en numerosas actividades productivas, en las que los trabajadores siguen acudiendo a sus centros de trabajo de forma presencial, lo que los hace más vulnerables al contagio. Es por ello que, más que nunca, las medidas de prevención y control deben ser prioritarias para proteger al mundo del trabajo de la exposición a este riesgo biológico y evitar nuevos contagios.

La exposición al virus por parte de todas las personas en el lugar de trabajo, y en particular de los trabajadores, debe ser parte de la gestión de la seguridad y salud de las empresas, partiendo con la evaluación del riesgo y la adopción de las medidas de prevención y protección, como son la aplicación de estrictos protocolos de trabajo, incluyendo las medidas higiénicas y de sanitización, el uso de equipos de protección personal adecuados y suficientes, el diseño de los puestos de trabajos, la organización del trabajo, la formación preventiva y la vigilancia de la salud de los trabajadores. Además, la participación y cooperación de los trabajadores y/o sus representantes en la gestión de este riesgo, particularmente a través de instancias bipartitas de dialogo social en las empresas o de la negociación colectiva, también será crucial. Especial enfásis debe hacerse en determinados colectivos, como es el caso de las personas en el sector de la salud que se encuentran en primera línea desarrollando tareas con alto grado de exposición y en condiciones de alta demanda, hasta el punto de que en algunos países europeos representan casi un 20% del total de contagios confirmados.1

El riesgo de contagio también afecta a las personas de la cadena de abastecimiento de productos y servicios esenciales para la población, que permanecen en sus lugares de trabajo, incluso habiendo visto aumentadas sus actividades: entre otros, comercio, transporte, agricultura, alimentación, recolección de residuos, limpieza, agua, luz, comunicaciones, así como policía, fuerzas armadas y otros servicios públicos. Además de la exposición al virus en sus lugares de trabajo, muchas de estas personas afrontan cada día desplazamientos en medios de transporte público que con frecuencia sufren aglomeraciones, particularmente en las grandes ciudades, con la consiguiente dificultad para respetar las medidas de distanciamiento físico recomendadas.

La crisis ha dejado a emprendedores y a más de 144 millones de trabajadores informales2 en una situación de mayor vulnerabilidad y desprotección, al verse obligados a seguir trabajando para poder asegurarse unos ingresos mínimos. Es el caso de los trabajadores de plataformas de reparto a domicilio, en su mayoría jóvenes y migrantes, cuya situación generalizada de informalidad los priva del acceso a medidas preventivas frente al contagio así como de prestaciones económicas y de salud. Ocho de cada diez trabajadoras domésticas remuneradas en la región se encuentran en la informalidad, lo que las convierte en otro colectivo especialmente vulnerable en este contexto (OIT, 2016). Cabe mencionar que en el caso de suspensión de las relaciones de trabajo, muchos trabajadores quedan desprotegidos ante una cobertura insuficiente del sistema de protección social.

1 Fuente: The Lancet https://www.thelancet.com/action/showPdf?pii=S0140-6736%2820%2930644-9

2 Estimados para el año 2017 indican que el 76,8 por ciento de los trabajadores rurales y 44,8 por ciento de trabajadores urbanos tenían empleos informales, en números absolutos, esto representa a cerca de 41 millones de ocupados en las áreas rurales y 103 millones en las áreas urbanas (OIT, 2020).

Tomado de www.ilo.org
Organización Internacional del Trabajo

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